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Juan 12:23-26

“—Ha llegado la hora de que el Hijo del hombre sea glorificado —les contestó Jesús—. Ciertamente les aseguro que, si el grano de trigo no cae en tierra y muere, se queda solo. Pero, si muere, produce mucho fruto. El que se apega a su vida la pierde; en cambio, el que aborrece su vida en este mundo la conserva para la vida eterna.  Quien quiera servirme debe seguirme; y donde yo esté, allí también estará mi siervo. A quien me sirva, mi Padre lo honrará”.

Cada primavera, me siento abrumado por el derroche de color en las laderas de nuestras colinas. Los naranjas de las amapolas mezclados con los púrpuras brillantes de los lupinos y el eneldo amarillo serían escandalosos en cualquier otro lugar, pero coexisten en gloriosa perfección en la naturaleza. Sólo Dios pintaría con tal paleta de colores, y en la extravagancia de esas colinas, veo un recordatorio visual de las palabras de Jesús.

Juan registró las sorprendentes palabras de Jesús tras su entrada triunfal en Jerusalén, cuando la gente clamaba: “Queremos ver a Jesús”. Sin duda, algunos sólo querían poner los ojos en Aquel de quien todos hablaban, junto con los que querían conocer mejor a Jesús. Pero a todos los que escuchaban, Él les ofrecía la misma profunda verdad espiritual.

La abundancia es signo de vida nueva, pero comienza muriendo.

Jesús murió físicamente para darnos vida eterna, pero ahora nuestra nueva vida en Él exige seguir muriendo al yo. (Gálatas 2:20) Sí, es difícil, pero como la ilustración de Jesús del grano de trigo, dará abundante fruto. Cuando el trigo se entierra, muere y germina, produce un tallo coronado por una cabeza con más de cincuenta granos, cada uno listo para seguir produciendo.

Y tú, ¿deseas ver a Jesús? ¿quieres que los demás vean a Cristo vivo en ti? Entonces, decídete a tomar tu cruz, ese instrumento de muerte, y abraza lo que te molesta y te causa dolor. Crucifica todo deseo carnal contrario a la voluntad de Dios y vive con un solo propósito: seguirle a Él.

Esperar Su regreso,

– Pastor Jack

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