Cuando Dios es el centro de una nación, las bendiciones que esta busca disfrutar serán suyas. Sin embargo, muchos líderes estadounidenses están convencidos de que erradicar la influencia del cristianismo es la clave del éxito futuro de nuestra nación, una opinión que generaciones anteriores rechazaron rotundamente. Si bien no todos los líderes estadounidenses han tenido profundas convicciones religiosas, muchos sí, y la mayoría comprendió, que una fe cristiana vibrante es esencial para nuestro futuro.

El padre fundador, James Madison, se refirió a la libertad religiosa como el “lustre de nuestro país”. Él y Thomas Jefferson trabajaron juntos para convertir al estado de Virginia en el más avanzado en la protección de las libertades cristianas.
En el siglo XX, Calvin Coolidge expresó: “Los cimientos de nuestra sociedad y nuestro gobierno descansan tanto en las enseñanzas de la Biblia que sería difícil sustentarlos si la fe en estas enseñanzas dejara de ser prácticamente universal en nuestro país”.
El presidente Gerald Ford también afirmó el papel del cristianismo en la vida estadounidense. Sin Dios no podría haber una forma de gobierno estadounidense ni un estilo de vida estadounidense. El reconocimiento del Ser Supremo es la primera y más fundamental expresión del americanismo. Así lo entendieron los Padres Fundadores de Estados Unidos, y así, con la ayuda de Dios, seguirá siéndolo.

Los creyentes han sido extremadamente negligentes al influir en el gobierno al no elegir líderes que defiendan la rectitud. Pero ha llegado el momento en que debemos actuar de manera diferente.

Dios bendecirá o maldecirá a esta nación según las decisiones que tomemos. Levantémonos, salgamos y hagamos oír nuestra voz. ¡Oremos fervientemente para que la misericordia del Señor esté con nosotros! Que Él, en su gracia, provea líderes —hombres y mujeres— cuyos corazones estén alineados con el suyo.

Esperando Su regreso,

– Pastor Jack

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