Salmo 42:5
“¿Por qué te abates, alma mía? ¿Y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios, pues aún he de alabarlo por la ayuda de su rostro.”
La depresión es cruel e injusta. Nos ataca en momentos inoportunos y no se preocupa por nuestros compromisos ni horarios. Tampoco hace acepción de personas. Muchos de los grandes guerreros de Dios lucharon contra la depresión.
El profeta Elías se desesperó hasta el punto de orar: “¡Señor, quítame la vida!”. El apóstol Pablo se sentía abrumado a menudo, por lo que el Señor le habló en una visión nocturna: “No temas, habla y no calles; porque yo estoy contigo…”. Y uno de mis héroes de la fe, Charles Spurgeon, sufrió graves episodios de depresión. Los explicó como emociones oscuras y siniestras que lo alejaban de Dios.
¿Te sorprende que los creyentes enfrenten este tipo de batallas? No debería. Todos luchamos de vez en cuando con sentimientos de desesperanza. Pero observa cómo el salmista comienza a superar la oscuridad. Se predica la verdad de Dios a sí mismo, sabiendo que allí encontrará fuerza y valor. La próxima vez que sientas que la depresión te invade, recurre a versículos como 2 Samuel 22:2-3: «El Señor es mi roca, mi fortaleza y mi libertador; el Dios de mi fuerza, en quien confiaré; mi escudo y el poder de mi salvación, mi baluarte y mi refugio; mi Salvador».
Sumérgete en las Escrituras que hablan de la salvación y de la magnitud del amor de Dios por ti. Recuerda todo lo que ahora es tuyo y di: «Mi esperanza está en Dios, porque aún lo alabaré, ¡mi Salvador!».
Esperando Su regreso,
– Pastor Jack
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