1ª Pedro 4:8-10
“Sobre todo, ámense los unos a los otros profundamente, porque el amor cubre multitud de pecados. Practiquen la hospitalidad entre ustedes sin quejarse. Cada uno ponga al servicio de los demás el don que haya recibido, administrando fielmente la gracia de Dios en sus diversas formas”.
Creo que es significativo que la exhortación de Pedro a mostrar un amor ferviente los unos por los otros vaya seguida inmediatamente de expresiones concretas de ese amor: “Sean hospitalarios los unos con los otros” y “Según cada uno haya recibido un don, minístrelo”.
Fíjate en que abrir tu corazón a través de tu casa no es una sugerencia. Y Pedro no dice que esperes a tener una casa grande y bien amueblada, sino todo lo contrario. Lo que se necesita es la voluntad de tomar lo que Dios ha provisto y compartirlo. Entiendo que compartir tu espacio personal puede hacerte sentir incómodo, pero recuerda, lo que Él te ha dado está destinado a ser una bendición para ti y un beneficio para los demás.
Para algunos, mostrar hospitalidad puede ser fácil, pero usar otros dones espirituales los hace sentir incómodos. Creyente, anímate, el Señor nunca te llamará a una tarea para la cual Él no te haya dado el poder de hacer.
Por nuestra cuenta, no tenemos lo que se necesita para hacer el trabajo de Dios, a la manera de Dios.
El seguidor de Jesús comparte y sirve de Su Abundancia, no de su carencia.
Te animo a que abandones tus miedos, inseguridades y los “y si…” que plagan tus pensamientos. Descansa en la seguridad de que el Espíritu Santo los cambiará por la fuerza necesaria para hacer Su voluntad. Comprométete a salir de tu zona de confort y observa lo que sucede después. Sé que te sorprenderás y serás bendecido.
Esperando Su regreso,
-Pastor Jack.
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