Salmo 90:1 (TLA)
“Dios nuestro, ¡tú siempre has sido nuestra casa!”
El salmista, Moisés, hace una afirmación extraordinaria, llena de significado. Una lectura de todo el salmo apunta a esos momentos abrumadores de la vida en los que la mayoría de la gente se dirige a su casa. El hombre tiende naturalmente a construir lugares de seguridad y comodidad, pero incluso las estructuras más fuertes se desmoronan y caen. ¿Qué hacer entonces? Aquí, en este versículo, Moisés establece nuestra visión más allá de los ladrillos y el concreto o la madera.
Moisés podía mirar al pasado a través de las generaciones de santos del Antiguo Testamento, hasta Adán, para ver todo lo que Dios había sido para su pueblo. Sin embargo, tuvo que dejar las comodidades de la casa del Faraón para emprender un incierto viaje de cuarenta años por el desierto para comprender la profundidad, la amplitud y la fuerza de la presencia de Dios.
El Señor mismo será nuestra casa, un lugar donde nuestros corazones encuentran seguridad y descanso.
Los que habitan en Cristo mantienen una residencia permanente, no corren a Él de vez en cuando. Su Palabra se hace tan necesaria como el alimento diario, llenando la mente y el corazón con Su Espíritu.
Cuando nuestro hombre interior descansa sus esperanzas solo en Dios, descubrimos una fuente continua de aliento, dirección, esperanza y amor incondicional, por encima y más allá de este mundo.
La incertidumbre forma parte de esta vida, pero esta certeza permanece fija: el Señor ha sido y será por siempre la casa de su pueblo en todas las generaciones.
EN SU PRESENCIA
¿Perteneces a Jesucristo? ¿Le has seguido solo para experimentar ola tras ola de problemas? ¿Estás siendo sacudido por el miedo y la duda sobre cómo terminará? El mismo Señor está contigo hoy.
Descansa solo en Su poder y confía en Él para que te lleve al otro lado.
Esperando Su regreso,
– Pastor Jack
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