Éxodo 3:2
“Estando allí, el ángel del Señor se le apareció entre las llamas de una zarza ardiente. Moisés notó que la zarza estaba envuelta en llamas, pero que no se consumía.”
Hay cosas en la vida de las que solo puedes leer. El pasaje anterior es una de ellas. Un arbusto ardía en llamas por todas partes, y sin embargo, no se consumía. Nuestra imaginación apenas puede concebir una visión tan fantástica y aterradora. Pero Moisés no se dejó intimidar y descubrió que era la gloria del Señor ardiendo brillantemente. Dios le habló allí, y la pasión se encendió.
El explorador inglés, el capitán Robert Scott, también tuvo una visión que se convirtió en pasión, llevándolo a explorar la lejana Antártida. Se decía del capitán Scott que “era una extraña mezcla soñador y práctico, más soñador pero inmediatamente después ponía manos a la obra”.
Cuando nos quedamos a solas con Dios, a menudo resulta en momentos de revelación y visión.
A través de la visión y la pasión, estos dos descubridores, Moisés y Scott, se convirtieron en líderes, habiendo experimentado algo más allá de ellos mismos. Moisés hablaba de la eternidad cuando hablaba con Dios. Y Scott miraba más allá del horizonte, preguntándose si había algo más allá. Hay una buena lección aquí para nosotros.
Cuando estamos a solas con Dios, a menudo resulta en momentos de revelación y visión. Esos encuentros con el Dios vivo nos llevarán al mundo con efectos prácticos: los perdidos son encontrados, los enfermos reconfortados y los huérfanos rescatados.
Cada uno de nosotros tiene un mundo al que llegar para Cristo de manera práctica. Pero nunca llegaremos a ese lugar a menos que nos arriesguemos a ser un poco “soñadores”. Solo entonces nos aventuraremos, confiando en que Dios nos guiará a nuevos lugares.
Mi oración por ti y por mí es que comprendamos la visión de Dios y nos aventuremos con pasión a donde Él nos guíe, y veamos qué sucede.
Esperando Su regreso,
– Pastor Jack
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