Hebreos 4:15-16
“Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.”
Ahora que eres cristiano y tu alma está segura con Jesús, ¿por qué el diablo se molesta en tentarte? ¿No debería admitir la derrota y seguir adelante? Es cierto que tu alma ha sido rescatada del infierno, y Satanás ya no la tiene en su colección. Pero el diablo también sabe que eres peligroso para él y su campaña de propaganda.
Para evitar que seas un testigo de la bondad de Dios, Satanás usa la tentación con la esperanza de hacerte tropezar. La tentación tiene muchas caras, como pensamientos impuros y deseos pecaminosos. Pero las más recurrente surgen de las dudas sobre tu relación con Cristo. Una vez que esas dudas se arraigan, Satanás puede cruzarse de brazos—misión cumplida—seguro de que no compartirás el amor, la misericordia y la gracia de Dios porque no las crees.
No es pecado ser tentado. El pecado entra en juego cuando cedemos a la tentación. ¿Ha golpeado la tentación tu mente? ¿Ha atravesado tu corazón? Con toda confianza, clama: “¡Jesús, rescátame!” Huye de las provocaciones del diablo, con la certeza de que “Ninguna arma forjada contra nosotros prosperará” (Isaías 54:17).
Cuando Satanás tentó a Jesús en el desierto, tenía la intención de frustrar la voluntad del Padre. No es diferente para ti y para mí. Dios tiene planes para nosotros, así que el diablo continúa con su sucio trabajo. Pero “Mayor es el que está en ustedes que el que está en el mundo” (1 Juan 4:4). ¡Creyente, es hora de abrazar la verdad sobre las mentiras y vivir en ello!
Esperando Su regreso,
– Pastor Jack
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