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Efesios 6:12

“Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.”

Aquí, en este versículo, Pablo nos recuerda la guerra espiritual invisible que rara vez, si es que alguna vez, platicamos o siquiera reconocemos. ¿Puedes sentirlo? ¿Se te han abierto los ojos al entendimiento de que este mundo, tu vida, es un campo de batalla, y que tú eres el daño colateral en la guerra de Satanás contra Dios?

Satanás te odia simplemente porque Dios te ama inmensamente. El amor de Dios por ti es ilimitado, más allá de tu capacidad de comprender el alcance de Sus planes para tu bien. Pero ten cuidado, Satanás está planeando tu destrucción. Te tiene en su punto de mira porque cada alma perdida en la batalla es una amenaza menos que obstaculiza su imaginada victoria. El objetivo de Satanás es causar el mayor dolor y daño posible al corazón de Dios de manera demoníaca, y para lograrlo, tu destrucción hiere el corazón de Dios.

En la guerra convencional, el objetivo es claro: derrotar al enemigo. El plan de ataque es directo. Primero, crear un elemento sorpresa. Segundo, apuntar bien, infligiendo grandes pérdidas. Tercero, debilitar las filas de la oposición. Cuarto, mantener el ataque hasta que el enemigo se rinda, sea destruido, o ya no presente una amenaza. La estrategia de Satanás no calcula menos que eso.

Cristiano, nunca subestimes la fuerza o la determinación de tu adversario. Mira por dónde caminas, pues el camino está lleno de trampas. Mantén tus ojos fijos en tu Comandante en Jefe. Y, en un mundo decidido a huir de Dios, corre directamente hacia Aquel que te rescatará y te guiará hacia tu destino seguro.

Esperando Su regreso,

– Pastor Jack

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