Mateo 18:1-3
“En ese momento los discípulos se acercaron a Jesús y preguntaron: ¿Quién es el más importante en el reino de los cielos? Él llamó a un niño y lo puso en medio de ellos. Entonces dijo: Les aseguro que a menos que ustedes cambien y se vuelvan como niños, no entrarán en el reino de los cielos.”
¡Crecer! Este mandato parece estar en labios de todo padre bien intencionado. Pero ¿estamos seguros de que presionar a nuestro hijo para que crezca es siempre una buena idea? Como adultos, creo que debemos luchar contra la tentación de “crecer” en lo que respecta a las cosas espirituales y regresar a una vida sencilla, llena de fe y aventurera con Él. No puedo tomar mi Biblia sin oírle decir: “Camina conmigo”, o “Toma mi mano en esto”, o “Quédate cerca de mí”. Él no necesita que yo lo impresione. Él no me pide que actúe según mi edad y nunca dice: “¡Madura!”
Lo que oigo es: “Háganse como niños pequeños”. ¿Por qué? Los niños pequeños creen, siguen y se maravillan. Ellos voluntariamente emulan a sus héroes en la vida. Y hay una dulce humildad en esa carita que transmite: “Iré a dondequiera que me guíes”. Éstas son características que deberían distinguirnos a los adultos que vamos camino al cielo.
Tú y yo debemos revertir el proceso de envejecimiento de nuestro espíritu. Necesitamos ser más como niños si queremos ver más de Jesús. En este mundo complicado y acelerado, necesitamos volvernos como niños ante nuestro Padre celestial.
Cuando sientas cierta rigidez o rutina en tu relación con Jesús, te animo a ir al parque y observar cómo los niños trepan a los árboles, contemplan las nubes e inspeccionan el maravilloso funcionamiento de los insectos. Observa su disfrute inocente de todo lo que Dios ha provisto, y luego pídele al Señor que haga lo mismo en tu corazón.
Esperando su regreso,
– Pastor Jack
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