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Marcos 4:39

“Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: ‘¡Paz, quieto!’ Y el viento cesó, y sobrevino una gran calma.”

Jesús siempre estaba en movimiento, así que cuando dijo: “Pasemos al otro lado” (Marcos 4:35), los discípulos zarparon—y entonces se desató una gran tormenta. Me pregunto si los discípulos esperaban un viaje tranquilo simplemente porque Jesús les dijo que fueran.

En su desesperación, los discípulos acudieron a Jesús. Él reprendió al viento, y su furia cesó. Ordenó al mar: “¡Paz, quieto!” y hubo tranquilidad. Al sonido de Su voz, la tempestad se calmó, dándoles una prueba irrefutable: Él es SEÑOR de TODO. “Cambió la tempestad en sosiego, y se apaciguaron sus ondas. Luego se alegraron, porque se calmaron; y así los llevó al puerto deseado.” (Salmo 107:29-30)

Las tormentas en el mar de Galilea eran comunes para estos marineros experimentados, pero el griego original implica que esta era una tormenta excepcionalmente violenta, con olas que amenazaban con hundir la barca.
Aun así, viajar con Jesús es hacerlo en paz y seguridad, incluso en medio del caos de una tormenta. En Su presencia, podemos tener paz en medio del mayor estremecimiento.

¿Le perteneces a Jesucristo? ¿Lo has seguido solo para encontrarte con ola tras ola de dificultad? ¿Estás siendo sacudido por el miedo o la duda sobre cómo terminará esta tormenta?
Entonces inserta tu nombre y tu situación en este relato, y también su desenlace, porque el mismo SEÑOR está contigo hoy.

Querido creyente, descansa solo en el poder de Jesús. Confía en que Él te llevará al otro lado, porque el viento y las olas aún conocen Su nombre.

Esperando Su regreso,

– Pastor Jack

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